Luz de Luna

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29 de Agosto: “Día del Árbol”

 

Suecia fue el primer país del mundo en instituir un día del año como "Día del árbol". Esto ocurrió en 1840, cuando en dicho país se había tomado conciencia de la importancia que tienen los recursos forestales, del cuidado que se debía brindar a los árboles, y la necesidad de introducir a los niños desde temprana edad, en el conocimiento y la práctica de una tarea a largo plazo.
Años más tarde, muchos suecos emigraron a Estados Unidos y llevaron consigo esta valiosa herencia cultural, cuyo ejemplo sirvió para que Norteamérica en 1872, también instituyera su "Día del árbol". Y a partir de allí comenzaron a establecerlo los otros países del continente y del mundo.

El 21 de agosto de 1860 Canadá había adoptado la hoja del arce (árbol de singular belleza y buena madera para la construcción) como emblema nacional. Razón por la que la hoja del arce o maple pasó a ser el centro de la bandera y escudo que exhibe Canadá ante el mundo, usándose también, bajo la forma decorativa de broches, prendedores y botones, cada vez que se celebra el "Día del árbol" en esa nación.

En la República Argentina el principal impulsor de la actividad forestal fue Domingo Faustino Sarmiento (Presidente de la Nación de 1868 a 1874) que en un discurso subrayó: "El cultivo de los árboles, conviene a un país pastoril como el nuestro, porque no solo la arboricultura se une perfectamente a la ganadería, sino que debe considerarse un complemento indispensable", agregando: "La Pampa es como nuestra República, tala, rasa. Es la tela en la que ha de bordarse una nación. Es necesario escribir sobre ella ¡Árboles! ¡Planten árboles!".

La prédica de Sarmiento encontró eco treinta años después, cuando el 29 de agosto de 1900, el Consejo Nacional de Educación, en base a la iniciativa del Dr. Estanislao Zeballos, instituyó dicha fecha, en celebración al "Día del Árbol", y cuyo festejo se concretó a partir de 1901.

 

DERECHOS DE LOS ÁRBOLES
¿Cómo, los árboles tienen derechos? ¡Claro que sí! Aunque no hablen ni se muevan, comparten con nosotros el planeta y son seres vivos, que tienen ciclos biológicos como nosotros y se complementan con el hombre. ¿O acaso se imaginan un mundo sin árboles?
Por eso tenemos que defender sus derechos, como los nuestros o los de los animales:
* Tiene derecho a la vida, porque también nace.
* Tiene derecho a ser protegido, y a gozar de sus necesidades: luz, agua, aire, espacio.
* Tiene derecho a no ser dañado. Todo lo que ponga en peligro su vida es un asesinato (fogones, incendios de reservas o parques).
* Tiene derecho a cumplir su ciclo, y la tala indiscriminada les niega ese derecho. Si la tala es necesaria, tiene derecho una plantación equivalente en el mismo lugar.
* Tiene derecho a crecer. Destruirlo siendo pequeño y sin haberse reproducido atenta contra la especie, e indirectamente contra nosotros mismos.

Fuente: Revista El Bosque. Asociación Amigos del Árbol, Bosques y Parques Nacionales.

Luz y sombra

Un filósofo llevó a sus discípulos a una habitación oscura.

-¿Qué ven? -les preguntó.

-Nada, maestro -le respondieron. - La oscuridad es absoluta y no nos deja ver.

El filósofo dio una palmada, y se encendieron al mismo tiempo mil lámparas de intensa luz.

-¿Qué ven ahora? -les preguntó otra vez.

-Nada, tampoco -dijeron los discípulos. -Esta luz cegadora nos impide abrir los ojos para ver.

-Aprendan, pues, -les enseñó el maestro-, que ni en la luminosidad absoluta ni en la completa oscuridad el hombre puede ver. Por eso estamos hechos de luces y sombras, para podernos ver los unos a los otros. ¡Ay de aquél que no perdone la oscuridad que hay en el alma de su hermano, pues no lo podrá ver, y estará solo! Y ¡ay de aquél que no busque poner luces en su oscuridad, pues a sí mismo se perderá!  Así dijo el sabio.

Y concluyó: *-Estamos hechos de sombras. ¿Dónde mejor que en nosotros puede brillar la luz?

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Sabiduría Indígena

El año 1854, el presidente de los Estados Unidos le hizo a una tribu indígena la propuesta de comprar gran parte de sus tierras, ofreciendo en contrapartida, la concesión de otra "reserva". La carta de respuesta del Jefe Seatle, distribuida por la ONU (programa para el medio ambiente) y más adelante publicada íntegramente, ha sido considerado, a través del tiempo, como uno de los más bellos y profundos pronunciamientos hechos sobre la defensa del medio ambiente.

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Carta de respuesta del Jefe Seatle al Gran Jefe Blanco de Washington en 1854

EL GRAN JEFE de Wáshington manda decir que desea comprar nuestra tierra. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que de no hacerlo, el hombre blanco podría venir con sus armas de fuego y tomar nuestras tierras.

El Gran Jefe en Wáshington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrían confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.
¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarnos a nosotros? Lo decimos oportunamente.

Habeis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina del oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.
Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuetras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las crestas rocosas, las savias de las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos perteneces a la misma familia.

Por eso, cuando el Gran Jefe de Wáshington nos manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide.

El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Más ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros.

El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sabradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, debeis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros: deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daríais a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devora la tierra y dejará tras sí sólo desierto.
No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja.

Pero quizás sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el rozar de las alas de un insecto. Pero quizás sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de las ciudades parece insultar lo oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cara del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.

El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizantes, se ha vuelto insensible al hedor. Más, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta

Y si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.
Consideramos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha.

Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros; que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.
Esto no sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino el hombre pertenece a la tierra. El hombre no a tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.

Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea en él y conversa con él -de amigo a amigo-, no puede estar exento del destino común. Quizás seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizás que sois dueños de nuestras tierras; pero no podeis serlo. Él es el Dios de la humanidad y su compasión es igual para el hombre de piel roja que para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para Él y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus.

Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dió el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas estén cerradas por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque?. Desapareció ¿Dónde está el águila?. Desapareció. Así termina la vida y comienza el sobrevivir....

¿Por que caminar si puedes volar?

Les dejo el tráiler oficial de la película de Isha “Por que caminar si puedes volar?”, que esta basada en el libro con el mismo nombre.

Puedo decirles, que yo he leído el libro y esta semana vi la película. Vale la pena verla o leer el libro. Tiene muchas cosas que podemos sacar y adaptar a nuestras vidas.

 

Cosas que no puedes perder


Cuando perder algo te preocupa demasiado, ya lo has perdido. Porque tu preocupación impide que obtengas cualquier tipo de valor de aquello que tanto te preocupa perder.
Las cosas cambian y lo que hoy está aquí, muy bien podría haber desaparecido mañana. Puedes preocuparte y angustiarte por ello, o puedes aprovechar al máximo, con alegría y amor, todo lo que ahora mismo tienes.
La felicidad que sientas en plenitud, no la perderás. Nada ni nadie podrá quitarte el amor que vives y ofreces.
Si te involucras demasiado en las cosas fugaces y superficiales de la vida, te estarás preparando para una terrible desilusión cuando ellas ya no estén contigo. En cambio, aprende a atesorar aquellas cosas con real sustancia, con sentido, esas que el tiempo y las circunstancias no pueden borrar.
Acostúmbrate a vivir cada día a pleno y con verdadero sentido. Verás que te preocupas menos por lo que podrías perder, y te concentras más en lo que tienes para aprovechar.
Agradece todo lo que tienes, aprovechándolo al máximo. Y siempre tendrás muchas cosas por las cuales estar agradecido.

Gabriel Sandler